Elena Ferrante

A veces me parece que los libreros mexicanos no leen ni las páginas de crítica literaria de los periódicos. Cómo explicarnos si no, que sea imposible encontrar cualquier libro en español de Elena Ferrante en la Ciudad de México, lo mismo que en la FIL de Guadalajara, si quiere uno leerlo en papel. ¿Elena Ferrante? No existe- me han dicho varias veces los empleados de las  grandes librerías; yo persisto en pedir sus libros para ver si en unos meses quien esté encargado de hacer las compras para Gandhi o El Sótano se va enterando de que, aunque no conozcamos el nombre verdadero de la autora ni hayamos visto ningún retrato de ella, sus obras sí que existen y han sido traducidas del italiano a 27 lenguas.

Las novelas que componen el cuarteto de Las dos amigas (pueden leerse en formato electrónico) cuentan las vidas de dos mujeres, Lila Cerullo y Elena Greco, que han convivido desde niñas. La narración arranca cuando Lila desaparece a los 66 años de edad, por elección propia, sin dejar en casa ni una foto, ni un documento, ni siquiera un vestido viejo. Elena se pone entonces a escribir la historia entera de las dos, que abarca sesenta años.

Para mí, lo más apasionante del relato de Elena Greco es su retrato del fluir de la vida, con los ritmos propios de cada época: el tiempo sin tiempo de la niñez, el tiempo torpe y preñado de promesas del par de años previos a la pubertad, el tiempo larguísimo de la adolescencia, con tantas decisiones cuyo peso enorme aún se desconoce. El fluir torrencial de los años adultos, cuando apenas queda tiempo para nada porque se ha de atender a maridos, hijos, amantes, padres que envejecen, amigos y oficio. El tiempo escuálido de la sexta década y más allá, que escurre como agua entre los dedos. Cambia el sabor del tiempo, y cambian también los personajes como crece un árbol, buscando como sea la luz y el agua del amor y la admiración de los otros. Se tuercen o se enderezan según lo que la vida les ponga delante y cuando envejecen, sin remedio, les brotan los rasgos más odiados de la madre o de un abuelo al que no conocieron.

En el barrio bravo en donde nacen las dos protagonistas se aprende pronto que si alguien te asusta, debes de arreglártelas para que también te tenga miedo. De ahí que la vida de las dos niñas esté tan llena de gritos, empujones, pleitos a puñetazos, bofetadas e insultos: para sobrevivir, hay que hacerse temer. Pero los antídotos al miedo que Elena prefiere son otros: se refugia en las tareas bien hechas, en el reconocimiento y los elogios de su maestra y en la amistad con Lila, la niña más lista de la clase pero también la más mala y rebelde. Lo que tú hagas, lo hago yo, le dice Elena en un momento decisivo cuando tienen apenas siete años. Así, al correr de la vida, vemos a Elena romper sus propios moldes una y otra vez por seguir los pasos de Lila. En cambio, Lila espera que Elena siga siendo buena, estudiosa e importante – solamente en ella tolera esas cualidades, que en cualquier otra mujer la ponen rabiosa y destructiva.

Ferrante me ha enseñado mucho sobre la dinámica de la admiración y la envidia, sobre cómo éstas afloran en el amor y el desamor, en la infidelidad consuetudinaria y en el apego tenaz a la pareja y los amigos. Sé que en una segunda y tercera lecturas aprenderé más aún.

7 pensamientos en “Elena Ferrante

  1. Elena, gracias por la recomendación y por haber vuelto a escribir en este blog tuyo, siempre tan reconfortante por tu inteligencia y sabiduría. Desde tu recomendación, comencé a leer a Elena Ferrante. Me ha gustado mucho y sobre todo me entusiasma leer un libro tan profundamente femenino. Desde mi género no puedo más que reconocerme en varios momentos, a veces con un personaje, a veces con el otro, pero lo más delicioso es reconocer que lo trasgeneracional existe. Gracias! Ya lo platicaremos…. Toda mi admiración para ti!

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  2. No conozco a Elena Ferrante; pero, por lo que explicas, apetece leerla. Lo intentaré. Has despertado mi curiosidad y mi interés. Incluso desde la perspectiva de género…porque siempre es necesario aprender.
    Un cordial saludo y, desde ya, feliz Navidad.

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    • Algo que ella muestra muy claramente y que creo vale para cualquier ser humano (quiero decir, trasciende la perspectiva de género) es como la imagen que tengo del otro tiene a veces más que ver con lo que me invento en base a mis necesidades, que con lo que ese otro es. ¡Feliz Navidad!

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  3. Terrible no poder conseguirlo en papel en español, como no me acabo de acostumbrar al electrónico lo compre en inglés y estoy disfrutándolo mucho. Me ha llamado la atención la complejidad en las relaciones entre mujeres, que desde niñas se establecen. Gracias por la recomendación. Un abrazo

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