Multitarea

De cierto tiempo acá he sentido la necesidad de protegerme de los miles de distracciones con que nos bombardean continuamente la red y los medios de comunicación. El desayuno sabe mejor frente a un jardín que frente a una pantalla, y conducir en tráfico denso me cansa menos si no enciendo la radio. Voy encontrando que no soy la única: hay ya en los medios una corriente definida a favor de hacer una sola cosa a la vez y olvidarse de la multitarea o multitasking, que a pesar de las apariencias es una forma muy poco eficiente de usar nuestros preciosos recursos cognitivos. Quien hace varias cosas a la vez comete más errores, aprende y recuerda menos, tarda más en completar las tareas y sale perdiendo también en capacidad para regular las emociones, por puro agotamiento.

David Strayer se ha dedicado al estudio de la atención en el ser humano. Ha investigado si realmente nos es posible hacer muchas cosas al mismo tiempo, y qué sucede con nuestro rendimiento cuando se nos exige trabajar en multitarea, por ejemplo, cuando conducimos y a la vez atendemos al móvil o enviamos mensajes de texto. Diseñó una prueba en la que los sujetos, en un simulador, conducían por una autopista de varios carriles mientras atendían un teléfono a través del cual se les dictaban listas de palabras que debían memorizar y problemas de aritmética que debían resolver. Se esperaba que los sujetos fallaran, y que su rendimiento decayera más y más conforme aumentaba la fatiga – y así sucedía, en el 98 % de los casos. El cerebro humano, explica Strayer, no está hecho para atender a varios procesos simultáneos; en una prueba como la descrita, lo que hacemos es cambiar rápidamente el foco de atención de una tarea a la siguiente, sin dar seguimiento cabal a ninguna de ellas.

Quienes acostumbran trabajar en modo multitasking suelen ser personas incapaces de resistirse al llamado del correo electrónico, de las redes sociales, o de los reclamos publicitarios que acechan en casi cualquier portal de la red. Curiosamente, en la prueba diseñada por Strayer eran precisamente estos sujetos los que fallaban más; quienes preferían evitarse distracciones al trabajar se desempeñaban mejor. Y es que la multitarea no se aprende – la multitarea es imposible, por más que se la practique.

Hay, sin embargo, un 2% de individuos cuyo desempeño no sufre cuando se les agrega una tarea encima de otra. Strayer y su equipo pensaban, al principio, en algún error de registro; tras revisar una y otra vez los datos y poner de nuevo a prueba a estos sujetos, tuvieron que admitir que estaban frente a personas capaces de alternar entre las tareas propuestas con rapidez y precisión inauditas. Los llamaron supertaskers. Son tan pocos, que para estudiarlos se los busca por el mundo, mediante una prueba de atención que se aplica ya no en un laboratorio, sino en la red. ¿Qué distingue la arquitectura neural o la genética de estas personas, de entre las cuales salen los mejores médicos de urgencias, controladores de vuelo o chefs de grandes restaurantes? Strayer busca aún las respuestas.

Pero la faceta del trabajo de Strayer que más me gusta es la que contempla la restauración de la capacidad de atención y del pensamiento creativo mediante la inmersión en la naturaleza. Siguiendo la “Teoría de la restauración de la atención” (Attention Restoration Theory), ha investigado cómo es que el medio ambiente urbano, con su exigencia imperiosa de prestar atención a tantos estímulos ásperos y estridentes, nos deja agotados y dispersos, y cómo los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos nos devuelven la atención fresca, la disposición al goce y la capacidad creativa que tanto peligran ante el asalto continuo de nuestra cultura tecnológica.

 

21 pensamientos en “Multitarea

  1. Hola Elena
    me he sentido muy identificado con el «multitasking» aunque espero poder ser de ese pequeño 2% porque sino… mal vamos. ¡Ja, ja, ja! Fuera bromas, es un tema de lo más actual y del que seguro que oíremos hablar mucho más en el futuro. En ocasiones me hubiera gustado vivir en otra época, sin ordenadores, sin teléfonos (de ningún tipo), casi sin correos (electrónicos y no electrónicos) pero claro, si fuera así, tampoco podría enviarte este comentario, nunca existiría.
    Abrazos y te dejo, me acaban de llamar por la otra línea ;-)

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  2. Pingback: Multitarea

  3. Doy fe del efecto de la «inmersión en la naturaleza» sobre la disposición al goce musical. Y me parece que al goce en general. Por la cuenta que me trae, me gustaría saber si el estudio se hizo inmediatamente tras la «inmersión» o en sujetos que ya llevaban tiempo acomodados en «valles solitarios nemorosos…»

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  4. Apuesto por la naturaleza y por los valles nemorosos… Detesto estar todo el tiempo enchufada, localizada, «obligada a…», eso es un horror y como tengo el privilegio de haberme jubilado pues me encuentro la mar de bien.Por otro lado la neurona que me queda no me permite estar haciendo dos o tres cosas a la vez… jajaja.
    Gracias, Elena, por traernos temas de actualidad que a todos nos interesan.
    Un fuerte abrazo!

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  5. Confieso que personalmente me considero » multitasker», de niña solía hacer la tarea frente a la tele o con el radio prendido, incluso tenía la impresión que el silencio no me permitía concentrarne, pero conforme han pasado los años me cuesta trabajo y me he dado cuenta que retengo mucho menos cuando leo con algún otro estímulo a mi alrededor. Será algo que también uno pierde con la edad?

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  6. Yo sé que no puedo hacer varias cosas a la vez, y según me voy haciendo mayor, necesito más concentración para lo que sea que estoy haciendo. Nunca he leído con música, o leo o escucho música. Puedo desempeñar tareas mecánicas mientras escucho música, eso sí. Es decir, solo puedo atender a una cosa, la otra actividad tiene que ser mecánica. He dejado de interpretar inglés-español porque es agotador, muy estresante para mí. Y esa es otra cosa que he notado con la edad, que me resulta mucho más difícil manejar el estrés. Y además, que no veo la necesidad.
    Voy a leer los enlaces que has dejado. Estoy es muy interesante. Gracias, Elena.

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  7. Por «las circunstancias de la vida» me he visto abocado a ser uno más de esos que viven sumergidos en la práctica «multitasking»; pero como no formo parte -sin duda- de ese escueto 2%… al menos procuro no poner en riesgo mi seguridad y evito, en determinadas situaciones, hacer más de una cosa a la vez. De momento, no hay remisión para mi «pecado» porque falta el propósito de enmienda; pero Mr. Strayer me seduce para bien y me propongo acudir de vez en cuando a alguno de esos «valles solitarios nemorosos» o a alguna «ínsula extraña»… como este blog tuyo, Elena.
    Gracias.

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  8. Elena, muy interesante e importante prestar atención a este tema.
    Personalmente no sirvo para multi-tasking, esencialmente porque no lo disfruto. Me gusta prestar atención a las cosas que hago, en su preciso momento. Vivo sin móvil y podría recomendarlo a todo el mundo, es fantástico. Cuando salgo a caminar quiero estar en el lugar y el presente. Observo a la gente, a la vida, pues, esto es la base de mis dibujos. Hablo con personas y les presto atención de verdad. Veo a todo el mundo tan estresado, incluso en entornos bellos. Habrá momentos o profesiones (yo tambien he tenido varios trabajos de estos) en que no se puede evitar el multi-tasking, pero no lo busco además en mi vida privada. Tal vez soy demasiado ‘slow’ para este mundo hiperactivo, pero te abre espacios para la reflexión y aunque no parezca, tambien para la creación. No me cuesta sentarme y no hacer nada o solo respirar y contemplar. Tampoco es que medito, simplemente disfruto mirando y pensando.
    Un abrazo!

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