Hispanidad (un mes de ausencia)

El mes de octubre estuvo lleno de apremios que me impidieron sentarme a escribir para diasdeandar: El apuro rejuvenecedor de hacer el examen para renovar la certificación en Psiquiatría. Un inesperado viaje a Madrid, precisamente en vísperas del Día de la Hispanidad. Tres libros excelentes, que me llevaron a Chernobyl, a La Habana y a los barrios bajos de Nápoles de la mano de Svetlana Alexievich, Jorge Edwards y Elena Ferrante. ¿Por dónde empiezo?

El doce de octubre por la mañana estábamos mi marido y yo tumbados en el hotel, dándole tiempo al alma de atravesar el mar y alcanzarnos en Madrid. Presenciábamos por televisión desfiles con soldados, banderas, reyes y princesas. Me dejó intrigada tal manera de celebrar el Día. No creo que sea la mejor, pero ¿qué es hispanidad, cómo expresarla?

Me llovieron las respuestas a lo largo de la semana que pasamos en España. Veía pedazos de la América hispana e indígena por todas partes. El chocolate madrileño y el tomate del pa amb tomàquet catalán llegaron de México, conservando incluso su nombre náhuatl. Perú se me hacía presente al probar una tortilla de patatas. Vimos los tesoros de la Catedral de Segovia: tanta plata y del S. XVIII, ¿no será mexicana? La Plaza Mayor de Madrid, con sus colores sobrios y su aspereza, no podía sino recordarme al Zócalo de la Ciudad de México. Los mantones de Manila en las vitrinas del centro de Madrid me hacían pensar en la Nao de China, que traía seda, marfil y especias de Filipinas a Acapulco. Qué chiquito queda un desfile para celebrar esa enorme herencia de sabores, vestimentas, modos de vivir, vicios y virtudes comunes que llamamos hispanidad (hace tiempo me decía un amigo, mexicano sin raíces peninsulares cercanas: No sé qué chiste le encuentran a Madrid si es como el D.F., lleno de coches y de gente grosera).

Y esta lengua compartida que permitió a Jorge Edwards viajar de Santiago de Chile a La Habana y de ahí a México y a Barcelona, entendiéndose en directo con Salvador Allende, con Fidel Castro, con Carlos Fuentes y con Mario Vargas Llosa, según lo cuenta en Persona non grata. Lengua que comparte también el traductor Ricardo San Vicente, nacido en Moscú, hijo de dos españoles que llegaron de niños a la URSS. San Vicente ha puesto en español Voces de Chernobyl de Svetlana Alexievich, y lo hace sonar como escrito originalmente en nuestro idioma. Qué chiquito queda un desfile, aunque tenga reyes, para dar cuenta de un ámbito tan vasto.

Tal vez la experiencia más hermosa del viaje fue la de coincidir frente al Guernica con un grupo de niños de 7 u 8 años. Iban con su maestra, una joven de gestos suaves que los hizo sentar en el suelo frente al lienzo. Miraban con ojos enormes, callados e inmóviles, como embrujados, minuto tras minuto.

¿Cabe mejor celebración?

11 pensamientos en “Hispanidad (un mes de ausencia)

  1. Me ha encantado la lluvia de respuestas que supiste encontrar. Y me ha avergonzado tu observación sobre el desfile. También es cierto que el día de la Hispanidad es la Fiesta Nacional, en la que ya no es tan raro un desfile militar. Para nuestro comun consuelo, te diré además que hasta 1931 no era también el día de la Hispanidad sino el de la Raza, así, con mayúsculas.

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    • Por acá también se nos dan los desfiles. Lo de «Día de la Raza» ha sido una sorpresa: en México también se llamó así por muchos años. No recuerdo cuándo en este siglo dejó de celebrarse, con aquello de «no vamos a festejar un genocidio». Y la hispanidad, ni mencionarla.

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  2. Hola Elena,
    muchas son las voces que reclaman celebrar el día de la Hispanidad de manera diferente. Sí, es mucho más que un desfile. Cuando Colón llegó a América también llevó con él esa lengua y esa cultura que traspasó Europa. Permíteme añadir unas palabras de Miguel de Unamuno:
    «La Hispanidad, ansiosa de justicia absoluta, se vertió allende de Océano, en busca de su destino, buscándose a sí mismo, y dio con otra alma de tierra, con otro cuerpo que era alma, con la Americanidad, que busca también su propio destino…»

    Un abrazo y te esperábamos. ;-)

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    • Bienvenido sea don Miguel de Unamuno. Por más que sus palabras lo retraten más a él que a los aventureros del S. XVI, me resulta muy simpático ese llamado a no encerrarnos tras las estrechas fronteras nacionales cuando es tanto lo que se comparte. ¡Gracias por no olvidarme!

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  3. Hispanidad es abrir una ventana en Cádiz y oír a Borges mientras al otro lado del charco un padre bonaerense lee a su hijo un poema de Machado. Tanto y tan poco. Yo creo que tantísimo.

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    • Por cierto, dear Ellen, en pocas foros se encuentra uno a gente tan educada como a ti/usted. Lo digo porque una de las muchas majaderías de nuestro tiempo es la pretensión de asociar la mala educación a la condición de genuino intelectual, despreciando las formas como un modo de frivolidad. ¿Terminará alguna vez esta desoladora abducción por lo políticamente correcto? Lo curioso es que el mayo francés nos iba a servir para desembarazarnos de absurdos uniformes, y servidor, que los conoció, encuentra mucho más apretados los de ahora. Avanzamos, pero hacia atrás. Sin embargo, quien lo reconozca corre el serio riesgo (yo el primero) de ser lapidado por un enjambre de papanatas y panolis dispuestos a ponerse de rodillas frente al gurú de turno.

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  4. Te doy la razón, la hispanidad es más que un desfile, es algo que hermana a tantos pueblos y culturas diferentes, es que tú y yo podamos entendernos en la hermosa lengua de Cervantes. Qué me sienta unida a tantos millones de seres que aman, piensan y sientan en el mismo idioma… casi nada.
    Un fuerte abrazo, querida Elena.

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